Parece mentira, pero en los años que corren parece que tú eres la única que tiene la cuenta bancaria bajo mínimos.

El sueldo de policía en esta ciudad llena de derroches no es lo que debería ser y el tabaco, el alquiler de un pequeño cuarto en el Hotel Sirenas y la cuota del gimnasio te han dejado casi a cero.

Pocas veces te relaciones con los bancos y no eres muy amiga de los cajeros automáticos. De hecho… es posible que no recuerdes el número secreto de tu tarjeta. Menos mal que tu madre siempre lo apunta todo en un pequeño corcho que tiene en la cocina.

Deberías llamarla y preguntárselo.