Durante años has visitado el puerto con frecuencia porque te encanta ver el mar. Quizás no sea el mejor de los paisajes y no se parece para nada al lugar donde naciste, pero parece que tiene algo que te hace volver a tus orígenes.
Por lo demás, este es un lugar de paso para todo el mundo. Cientos de cargueros llegan a la aduana cada día y los traficantes aprovechan el descontrol portuario para evitar que sus contenedores no pasen los controles. Es el mejor lugar que un policía tiene para encontrar un delito fácil, rápido y seguro.
El puerto está controlado por los hermanos Guapitti, el último reducto de una familia de la camorra napolitana que llegó a Nueva York hace varias generaciones. Ellos deciden quien entra y quien no a través de sus aguas. Adinerados mercantes a los que les encanta el juego y los acertijos. Serían capaces de jugarse el contenido del mayor de los barcos petroleros a una partida de black jack.
Ellos son lo primero que te encuentras cuando llegas a la terminal.